Páginas

26 de marzo de 2012

Mudanzas

Pluma de garza en el agua, Arc of Appalachia, sf.

No hay mejor excusa para una buena limpieza primaveral que una mudanza. Una limpieza profunda que regrese a esos rincones poco visitados de la casa en la que he habitado, rascando detrás de las orejas a  una criatura gigante, como un último servicio en agradecimiento por  haberme dado cobijo. Y una despedida en condiciones, con flores, velas e incienso. Luz tranquila al oscurecer el día, luz de ese hogar que en adelante será un recuerdo.

Reconozco que me gustan las mudanzas. Y me gusta el proceso de sacar todas mis pertenencias y comprobar en cuántas cajas puedo hacerlas caber: cuántas menos mejor. Guardo mis libros con mimo, en una caja pequeña, separándolos del resto de libros que a pesar de que también me pertenecen no son "mis" libros. Me entretengo pensando en lo poco que sufriría en realidad si todo se perdiera, si se perdieran incluso esas cositas que guardo a parte.

Disfruto al hacer paquetes y regalar no sólo aquello que ya no me sirve pero aún puede servir a otros, sino especialmente aquellos objetos que de alguna manera llegaron a mi vida sin tener realmente nada que hacer en ella, que llegarán nuevos a manos de personas que sí los quieran.  No sólo hay que hacer sitio a lo nuevo,  - lo nuevo por sí sólo no es bueno o malo-, hay que tener un lugar preparado para aquello que nos es afín, para aquello que se acerca a nosotros como un reflejo de lo que somos, una respuesta a nuestro llamado.

Y sufro un poco al abrir las cajas de documentación y papeles personales, y entregar -a fin de no acumularlos-  al sacrificio aquellos que no sirven. Leo, releo, sopeso, juzgo y ejecuto sentencia sobre datos cuyo contexto ya no recuerdo, y otros que preferiría no tener que recordar. Uno a uno pasan por mis manos y les doy una última mirada y la parte de agradecimiento que les corresponde antes inmolarlos.

Me mudo - otra vez- porque quiero, porque empieza una nueva temporada llena de vivencias que, para bien o para mal, no se repetirán y el corazón me dice "sigue por ahí"... algo que ya no le reclamaré jamás. Me mudo con mis cuatro cosas que podrían ser tres, o dos, o ninguna, y a su debido momento me volveré a mudar.

Mis recuerdos viajan conmigo, dentro de mí, aquello y aquellos a los que he amado me conforman.
Mi hogar tiene unas raíces tan profundas que puede extender sin problemas sus ramas hasta allí dónde quiera que me encuentre, hasta donde quiera que me atreva a llegar. 

No hay comentarios: