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8 de febrero de 2012

De renacimientos y purificaciones

Jeanie Tomanek, Starquilt, s.f.


El elemento central de la celebración de principios de Febrero, que recibe entre otros los nombres de Imbolg o Imbolg, es para algunos el inicio del fin de una larga noche, el momento de luz que empieza a deshilachar el denso manto de la oscuridad. Para otros, es el germinar de la semilla, el último - y en ocasiones fallido- paso desde el Reino de los Muertos, a la Vida; del mundo de las posibilidades infinitas a la realización que se encarna en la materia. El regreso de nuestro propio ser desde el Inframundo, y lo que de sus profundidades podemos traer con nosotros.

El calendario popular está lleno de fechas consagradas a la purificación de todo cuanto vuelve a despertar tras el sueño del invierno, y las celebraciones se llenan de ruido y movimiento para espantar a los últimos fantasmas y sombras merodeadoras, anunciando la llegada del reinado del día. Es más una esperanza que un hecho, porque la batalla entre el hielo y los signos precursores de la primavera puede prolongarse varias semanas con avances y retrocesos por parte de ambos. Es un tiempo inseguro, en el que todo, incluso aquello que quisiéramos dar por sentado, debe ser confirmado. Sin embargo, no es un tiempo de permanecer quieto, sino que nos impulsa adelante, a dar un paso detrás de otro aún cuando el camino aún parezca oscuro, y sólo se puedan intuir el perfil de los obstáculos con los que nos encontraremos.

Jeanie Tomanek, A bit more faith, s.f.
Tal vez por estas razones es un buen momento para  iniciaciones de todo tipo, pero especialmente para las dedicaciones, momentos en los que decidimos de un modo consciente tomar un camino hasta allí donde pueda llevarnos, a pesar de aquello que pueda salirnos al paso. Es a partir de este punto cuando se empieza a ejercitar la voluntad, avanzando aún a tientas en la oscuridad del principio, alejándonos sin prisas y sin añoranza del sueño del abrazo maternal.   

Sólo mucho mucho más adelante en la ruta, en otra alba prodigiosa que es un silencioso despertar a la conciencia, entenderemos que aquello de lo que un día tal vez  pretendimos alejarnos ha viajado a nuestro lado, ha crecido en nuestra sangre y nuestros huesos, y ha aparecido en el último momento en nuestro rescate, cuando toda esperanza se había desvanecido. No dará un nuevo reflejo, y entenderemos un poco mejor aquello que somos, de lo que estamos hechos, lo que se ha transmitido en nuestras palabras y miradas, y en cada gesto de amor.

Jeanie Tomanek, Chapel, s.f.
El Sendero está lleno de retornos y de principios. Es posible que en estas fechas encontremos la ocasión propicia celebrar estos pequeños renacimientos: hacer limpieza interna, hacer un pacto con nosotros mismos, y renovar nuestros votos y nuestras fuerzas para el tramo del recorrido que nos aguarda. En muchas culturas, dentro y fuera del paganismo, el agua goza de virtudes purificadoras; personalmente, considero que es el elemento idóneo para este tipo de prácticas (por ser mucho más suave que la purificación por fuego, y un renacimiento menos tortuoso que aquél al que nos lleva la podedumbre ).

En la tradición que sigo el cuerpo y el alma, expresados tal como son, el ser íntegro, representan la máxima expresión de la pureza. El agua en la que nos sumergimos, real o simbólica, tiene la propiedad de arrastrar al menos una parte de aquello nocivo o simplemente innecesario que llevamos pegado, incluso sin darnos cuenta, a nuestras espaldas: preocupaciones, conductas erróneas, malos hábitos, etc. Es posible que ya nos hayamos acostumbrado a ellas, pero es inevitable sentir alivio cuando nos deshacemos de ellas. ( Por esto es necesario acostumbrarse a realizar determinadas rutinas prácticas aún cuando no nos parezcan demasiado necesarias, para evitar haciendo parches y acatando dudosas soluciones de última hora ) .

Este agua también tiene la propiedad de limpiar y sanar heridas, renovar las fuerzas y recuperar la juventud, sino del cuerpo, sí del alma. Se trata también del regreso a esa inocencia sabia que es negarse a que las heridas de las que aprendemos tanto se infecten convirtiéndose en un problema mayor que aquello que las generó: Sea lo que sea lo que pasó, depende de nosotros la parte que nos permitimos retener de la experiencia. En este sentido es importante saber acudir a esta fuente - que no nos proporciona olvido, sino conciencia- a lavar las propias heridas. En el agua se pueden dejar ir muchos otros problemas, dolores profundos que ni siquiera queremos codificar en palabras, pero que necesitamos sacar de nosotros, que necesitamos dejar ir.
Jeanie Tomanek, Family ties, s.f.

La purificación implica un cierto retorno a la inocencia, pero aquí inocencia no es sinónimo de ingenuidad. Nunca regresaremos a la infancia, sin embargo, es posible que podamos conservar, en la edad adulta, parte de lo que consideramos sus tesoros, como ese deseo de aprender y experimentar más feroz que el mismo miedo o la capacidad de levantarnos de inmediato cada vez que nos caemos. 
Más allá de esto, tal como comentaba más arriba, cuando hemos recorrido un tramo lo suficientemente largo del camino, emergen de nosotros mismos, en el momento preciso, elementos olvidados que nos recuerdan a la par a nuestra propia infancia y al lugar donde venimos. Vuelven a la luz de una nueva comprensión aquellas pequeñas o grandes cosas que nos enseñaron los nuestros y que tal vez del mismo modo, casi sin darnos cuenta, nosotros enseñemos a aquellos que nos lleguen a conocer lo suficiente.



Jeanie Tomanek, The bees apprentice, s.f.


Es la infancia la que regresa, transformada, a nosotros, cuando el reflejo de las aguas nos devuelve la imagen de ese cachorro humano que ha sobrevivido en nuestro propio cuerpo. Podemos ver como en él están los abuelos y las abuelas, el padre y la madre, y los hermanos, tíos y primos, los viejos amigos con los que crecimos, compañeros y compañeras de aventuras, aún cuando la guadaña se los haya llevado por siempre hace años, o simplemente los separe la distancia de un océano. Están con ellos también las calles y los bosques, las fiestas del pueblo, las Navidades y los veranos, la ropa y los libros y la música y las recetas de otro tiempo que de alguna manera sigue siendo el nuestro porque todo, todo eso vive en nosotros y, de una manera u otra, también es parte de lo que dejaremos en este mundo.

Incluso desde edades tempranas, un delicado y único entramado de elementos diversos e, incluso, dispares, que no obstante pueden aprender  a convivir. Cuando estamos en paz con este hecho, nunca seremos tan simples como aquellos que viven manipulando a otros quisieran. No pueden borrar tan fácilmente la información que hemos ido acumulando por el simple hecho de estar vivos,  no pueden saberlo todo de nosotros porque no saben las historias que llevamos por dentro, ni las muchas alternativas que conocemos a la "verdad única" que pretenden vendernos, ni entienden que, a pesar de que nos encierren entre una espada y una pared encontraremos el hueco por el que escaparnos y conservar nuestra capacidad de elección.

Cuando estamos limpios, cuando permanecemos serenos, centrados en nosotros mismos, conscientes de aquello que somos, teniendo claras nuestras necesidades y el modo en como son satisfechas, todas estas conexiones tan profundas con el mundo que nos envuelve se hacen más evidentes. En momentos así cuando podemos entender más y mejor las cosas que necesitamos conocer para desarrollarnos en el arte de vivir, o de la brujería - que para el caso y la que escribe vienen a ser lo mismo -.

Jeanie Tomanek, Among us, s.f.

4 comentarios:

Minerva dijo...

Muy bueno, como siempre y preciosas ilustraciones.

Unknown dijo...

Hace tiempo que estoy metida en mi blog y no miro mucho los demás. No sabía que te había hecho uno nuevo, me gustan tus entradas. Espero que escribas mas.

Vaelia dijo...

Muchas gracias a ambas. Liryum, no conocía tu blog, le eché un vistazo rápido y en cuanto pueda me gustaría leerlo decentemente. Saludos.

Unknown dijo...

Sugerentísimo blog.
Su autora podría proporcionarme de nuevo su correo, porque soy medio bruto y equivocó el que apuntó.
El mío es belarf@yahoo.com.mx