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29 de febrero de 2012

Febrero


Al salir del trabajo, el aire olía a lluvia de verano. La tarde estaba envuelta en aquella luz del regreso a casa desde la escuela. El azul gris del cielo avivaba los colores de las buganvilias y de las ramas de los pirules a un lado de la carretera. Aspiré el aire como si quisiera consumir esa atmósfera, llevarla dentro, recordando a mi abuelo llevándome de la mano por las calles de otra ciudad, enseñádome a mirar a través de las palabras. 

Por unos minutos caminé por las mismas aceras que recorro cada día desde hace un par de años, como si fuera la primera vez que las veía, como si mi comprensión visual de este espacio estuviera aún por determinar; pero también como si andara con los ojos abiertos por un sueño extraordinariamente vívido. Luego, el momento pasó y las cosas convinieron volver a la normalidad sin hacer ruido, y disimular como si nada hubiera sucedido.

Es febrero, y algo se desata en el aire del mismo modo que el agua del deshielo se precipita montaña abajo. Algo invisible camina a nuestro lado, roza nuestra piel o nuestro pelo, susurra una imagen en nuestros oídos y se va tan ligero como llegó, casi imperceptible para el caminante. 
Algo que no existe dentro de los coches.


Arthur Rackham, Exquisite Fairy Dancing, 1906

2 comentarios:

Madre crónica dijo...

Laura, voy a subir materiales de tu blog al del taller. ¿Puedo? Bueno,los subo y si no estás de acuerdo me dices

Vaelia dijo...

Sí, yo encantada.
Saludos :)