Páginas

14 de noviembre de 2011

Secretos


Vilhelm Hammershøi, Interior con estufa, c. 1905

I.

Durante el aprendizaje en el medio mágico a menudo se imagina el conocimiento oculto como una serie de secretos técnicos capaces de manipular la realidad de un modo espectacular, habitualmente en poder de alguna clase de élite que además será encargada de aceptar o rechazar a aquellos que vayan a tocar a sus puertas. Posiblemente esta sea uno de los señuelos más viejos de la historia para modelar a algunos incautos aspirantes a iniciados.

Existen muchos y variados trucos que quedan muy bien en las reuniones de acólitos, y existe también información delicada a la que se podría dar un mal uso o - más habitual- que podría ser empleada en contra de los intereses del individuo o grupo encargado de evitar que salga a la luz. Cualquier información puesta a resguardo de la vista y el oído ajenos, y sobre la que se exija voto de silencio, es susceptible de convertirse en conocimiento oculto.

Cuando emprendemos la búsqueda a edades tempranas este es el tipo de destello que nos atrae. Sentimos la necesidad de saber más, -que puede enredarse con otras, como las de aprobación, pertenencia, etc- y una gran ingenuidad nos empuja hacia delante. Esta ingenuidad inicial será la misma que deberemos ir sacrificando paso a paso, como una vieja piel que ya no puede cubrirnos al crecer.

Tanto lo que nos llama desde fuera como lo que nos impulsa desde dentro cambiará en la medida en que nosotros lo hacemos al seguir nuestra senda. Así, llegamos a plantearnos si la información que realmente importa permanece oculta o si, al contrario, siempre ha estado disponible para el que la quisiera hacer suya.


Vilhelm Hammershøi, Patio interior, c. 1905


II.

Entiendo que en algunos grupos se cultive la noción de secreto, el voto de silencio como expresión del respeto que se siente hacia algo más grande que uno mismo, pero me parece que esta noción ha sido pervertida en atención a intereses mucho menos trascendentes, y que muchas personas quedan atrapadas la piel caduca de las primeras etapas, que les impide crecer.

Hasta donde sé, ciertamente existen algunos secretos técnicos capaces de manipular la realidad de maneras que desafían nuestra concepción de lo posible; pero a fin de cuentas no dejan de ser trucos a gran escala, cantos de sirena que, de atraparnos, nos impedirán llegar más lejos, o más profundo. No se trata aquí de creer o no creer en determinados asuntos, sino de la importancia que les damos en nuestras vidas.

La sabiduría ajena no nos sirve de mucho hasta que estamos preparados para hacerla nuestra. Para conquistarla debemos sacrificar nuestra vieja piel, y también parte de nuestro mundo, tal como lo entendíamos hasta el momento, pero a cambio recibiremos un nuevo Universo.

Pero esto no sucederá una única vez, sino al final de cada etapa. Poco a poco nos deshacemos del miedo a perder y de la codicia. Comprendemos que nadie puede quitarnos nada que en realidad nos pertenezca, ni ofrecernos nada que no sea legítimamente nuestro; que no tenemos mucho y que, de hecho, necesitamos aún menos para seguir.


Vilhelm Hammershøi, Mujer en interior, c. 1913


III.

Cada vez que nos rompemos para crecer recibimos un mundo que se nos devuelve transformado. En él hay una buena cantidad de cosas aparentemente ordinarias que en un ataque de comprensión pueden robarnos el aliento, incluso más de lo que lo haría una manifestación preternatural. Y este tipo de situaciones son las que, por ellas mismas, suscitan en nosotros ese silencio reverencial que otros quieren modelar a través del secreto -aún cuando este secreto sea algo absolutamente trillado, pero encerrado con siete candados en un cuarto subterráneo-.

Hay muchas maneras de tratar de imponer el silencio, y otras tantas de romperlo. Pero el silencio de los iniciados - es decir, los que ya han visto un poco más allá que nosotros- no se debe a que algo que deba ocultarse, sino a que no tiene sentido hablar de ello en un momento dado.

Sin importar cuántas veces digamos a un niño que sea cuidadoso, eventualmente se caerá, se herirá las rodillas y llorará, y posiblemente todo eso le duela menos de lo que nos dolería a nosotros, porque es el tipo de aprendizaje que corresponde a su edad. Del mismo modo hay muchas cosas que los iniciados no se molestarán en decirnos, dado que corresponde a cada quién aprenderlas por la vía práctica, aunque el proceso implique algunas heridas y lágrimas.

Vilhelm Hammershøi, Interior en Londres, c. 1912

No hay comentarios: