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31 de julio de 2014

Guardianes del conocimiento

Theodore Kittelsen, La Nix como un caballo blanco, 1909

Todos hemos oído hablar del llamado Guardián del Umbral y nuestra necesidad de enfrentarlo cada vez que, en nuestro propio recorrido existencial, llegamos a un punto sin retorno. El Guardian del Umbral cumple la función de pone a prueba nuestra resolución y compromiso a la hora de seguir la vía escogida, y nos recuerda que habrá una serie de cosas que debemos dejar atrás para seguir adelante. 
Actualmente, los Guardianes de los Umbrales se aburren mucho. Esto suele deberse a que pasos antes de llegar a cualquier umbral personal hay una especie de feria llena de luces de colores y musiquilla donde se asegura al caminante la posibilidad de lucir el título de sacerdote/sacerdotisa, de pertenecer a una tradición con solera, o incluso a un "antiguo linaje" (a menudo tan antiguo que no hay manera de rastrearlo). Una vez llegados a este punto, donde se reparten las etiquetas, no parece necesario dar un sólo paso más. ¿Hace falta algo más? Bueno, depende de la persona.

Cada vez que hago limpieza de la casa acabo encontrándome con un trabajo acerca de la Wicca que presenté hace más de una década, al terminar mis estudios de secundaria. En su día, vertí allí todo lo que sabía acerca del tema, incluidas mis propias conjeturas, y me sirvió para subir la nota global del curso. Pero cada uno de los años que han pasado desde entonces han significado modificaciones, añadidos, matices y correcciones sobre aquel escrito al punto que hoy no hay una sola página que mi consciencia me permitiera dejar intacta. ¿Estaba mal cuando lo escribí? Simplemente, entonces no había más información a mi alcance; a medida que obtuve más información me vi obligada a introducir cambios. Aunque las cosas muchas veces no fueron como yo esperaba, no es tan difícil cuando el compromiso está en el hecho de aprender, de acercarse a la verdad, en lugar de defender una posición concreta y tratar de usar lo que encontramos para defenderla, ignorando lo que no interesa. Si hoy, con lo que he aprendido, insistiera en defender aquel antiguo trabajo, estaría mintiendo a mis lectores/oyentes, pero sobretodo estaría mintiéndome a mí misma  y evitando al Guardian del Umbral. 

Hoy en día el paganismo es una serie de creencias y prácticas que se ha popularizado muchísimo, lo cual tiene sus ventajas y desventajas para los buscadores. Lo que una persona explique en un momento dado puede ser una falsedad, o simplemente puede que haya un tramo de camino que le quede por recorrer; muchas veces es difícil saberlo, porque nadie aprende en carnes ajenas. Por un lado parece haber más información al alcance, por otro, se han multiplicado exponencialmente los elementos distractores que nos alejan de lo que realmente importa a la hora de seguir un camino espiritual.
 La mayoría piensa que la función de los Guardianes del conocimiento es cerrar las puertas a aquellos que no lo merezcan, pero si lo pensamos bien, esta aseveración es un poco estúpida; no estamos hablando de la clase de conocimiento que te vuelva rico o socialmente exitoso de por sí y, por lo tanto, no suele tener ningún interés para los codiciosos, que conocen métodos mucho más efectivos para ello. En uno de los grupos con los que trabajé, se solía decir que "el conocimiento se guarda a sí mismo". 
 
La función de los Guardianes no es cerrar puertas, sino de hecho, mantenerlas abiertas para que el buscador que deja atrás la feria, pueda aún encontrar el Umbral y acceder a su propia y verdadera transformación. Por eso no importa desde qué camino llegues, ante el Umbral las etiquetas, los títulos, las denominaciones, las pertenencias, etc. no sirven absolutamente de nada. Ante el Umbral estamos solos, y una vez lo cruzamos, no somos los mismos. En eso consiste cualquier iniciación digna de ese nombre, en una introducción a un ámbito al que llegamos con todo por aprender, un segundo nacimiento a un mundo que hasta el momento nos era absolutamente desconocido, por mucho que nos hubieran hablado de él.
Por supuesto esta clase de trascendencia no es algo que interese a aquellos que se nutren economica o emocionalmente de la energía que el buscador pone en marcha al partir hacia sus objetivos de conocimiento; cuanto más lo entretengan, más partido sacarán de su necesidad. Por supuesto, algunas lecturas y algunos grupos pueden ayudarnos, pero sólo en algunos aspectos: tarde o temprano estaremos solos y habrá que tomar decisiones y acciones importantes, que nos obligarán a salir de nuestras zonas de comfort y cambiaran nuestra vida. Esto, en sí, puede convertirse en un primer encuentro con el Guardian del Umbral. 

La función del Guardian es recordar que allí hay un sitio por el que cruzar, que hay algo más allá que la realidad consensuada. Una opción alternativa a aquellas que nos han dado y que pretenden dejarnos en manos de la voluntad ajena. Un poco como en el mito de la caverna de Platón, o el Show de Truman; el umbral es esa puerta que se dibuja con tiza en los muros de una prisión, y que resulta que empujando puede abrirse. Es la conciencia de que siempre hay más camino para el que quiera caminar, por más que el colectivo insista que "ya sabemos todo lo que hay que saber" con el fin de mantener su propio orden y preservar sus intereses. 
La apertura de un Umbral, la capacidad de cruzarlo, se demuestra con actitudes y hechos, no con palabras. Por eso, aunque es difícil determinar la autenticidad o falsedad de los conocimientos que una persona puede mostrarnos en un momento dado, es posible prestar atención a otros indicadores, como su manera de tratarnos y tratar a los demás, la coherencia entre lo que dice y lo que hace, las cosas que promueve y aquellas que censura, etc. y sin necesidad de entrar en juicios personales, decidir si es la clase de escuela a la que nos gustaría asistir, o la clase de persona a la que será sano frecuentar.