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4 de diciembre de 2011

El Ciervo




EL CIERVO MÍTICO

Debido a la renovación anual de su cornamenta - identificada con el Árbol de la Vida-, en numerosas tradiciones el ciervo simboliza los ritmos de crecimiento y los renacimientos.

Algunas cosmogonías indígenas de América manifiestan este vínculo entre el ciervo y el árbol, y en ellas, se asocia el ciervo no solamente al este y al alba, sino también a la creación del mundo y los comienzos de la vida (a la que el ciervo llama a aparecer con sus bramidos). El ciervo es, así mismo, el heraldo de la luz que guía hacia la claridad diurna. Un canto de los pawnee lo recuerda:
… Decimos a los niños que todos los animales están despiertos. Salen de las guaridas donde durmieron. El ciervo los conduce. Viene del sotobosque donde mora, guiando a sus pequeños hacia la Luz del día. Nuestros corazones están contentos”.
En otras tradiciones, esta vinculación del ciervo con la luz diurna adquiere una significación cósmica y espiritual. El ciervo aparece entonces como mediador entre cielo y tierra, símbolo del sol naciente que se eleva hacia su cenit, que en no pocas ocasiones asume un rol de psicopompo. Tal vez convendría ver en las cornamentas de ciervo coronando la cabeza del dios Cernunnos una radiación de luz celeste.

La asociación entre el ciervo y el sol tiene dos vertientes, en algunas tradiciones, el ciervo es un equivalente al águila, en su papel celeste y solar (o ígneo), opuesto a la serpiente que representa la tierra y el agua. Pero en este sentido el ciervo puede tener también una connotación negativa, abrasadora, y por ello en algunas regiones se considera un animal de mal agüero que puede advertir sobre sequías e incendios.


En la literatura medieval el ciervo aparece con frecuencia como la transformación de un ser humano o como preludio de encuentro con lo sobrenatural. En ocasiones, la caza del ciervo es condición para la obtención de la doncella, motivo que procede probablemente de alguna historia de metamorfosis, en la que el ciervo y la doncella eran un mismo personaje ( lo cual recuerda la leyenda muy posterior de La corza blanca, de Gustavo Adolfo Bécquer). Esta capacidad de transformarse en ciervo proviene posiblemente de un sustrato mitológico celta, sin embargo, el elemento pasaría a formar parte de leyendas hagiográficas como la de San Patricio -que en un momento de peligro se transforma a sí mismo y a sus hombres en ciervos-.

Por otra parte, ya en la mitología húngara se narra la historia de los hijos de Nimrud, el gran jefe legendario de la antigua Sumeria, Hunor y Magor quienes en el transcurso de una cacería, encontraron un gran ciervo al cual siguieron. El animal los rehuyó, dejándoles en una tierra prometedora y abundante, donde se asentaron con sus pueblos. Esta historia, con las correspondientes variaciones, será un motivo que se repetirá en diversas mitologías, llegando hasta el oriente asiático.



La cierva es, por su parte, un símbolo esencialmente femenino, que puede desempeñar el papel de mater nutritia al cuidado de los niños inocentes (como es el caso de Habis, mítico rey de Tartessos o de Télefo, uno de los hijos de Heracles). En los pueblos turcos y mongoles, la cierva es la expresión de la tierra hembra en la hierogamia fundamental cielo-tierra. Según la creencia mongol, la cierva leonada, pareja del lobo azul, crió a Genghis Khan.

La cierva es también un animal consagrado a Artemis Además de tirar de su carro, la diosa transforma a a la Pléyade Táigete en cierva para librarla de su persecutor, y sustituye a Ifigenia por una cierva en el altar de sacrificio. También transforma, como castigo, al indiscreto Acteón en ciervo para que sea devorado por sus propios perros.

Uno de los trabajos de Heracles consiste en perseguir a la cierva Cerinea, de pezuñas de bronce, hasta el país de los hiperbóreos, a condición de no poderla dañar. En algunas tradiciones esta persecución de la cierva simboliza la búsqueda de la sabiduría. Según Paul Diel en este episodio:
“La cierva, (…) simboliza (…) la cualidad anímica opuesta a la agresividad dominadora. Los pies de bronce, cuando son atribuidos a la sublimidad, figuran la “fuerza del alma”. La imagen representa la paciencia y la dificultad del esfuerzo a realizar para alcanzar la fineza y la sensibilidad sublimes; e indica que esta sensibilidad sublime (cierva), aunque opuesta a la violencia, está dotada de un vigor exento de toda debilidad sentimental (pies de bronce).”
Entre los antiguos húngaros la imagen de una cierva provista de una prodigiosa cornamenta, en ocasiones portando el sol entre sus cuernos, es símbolo del cosmos y por esta razón los escitas representaron a menudo las cornamentas de los cérvidos como llamas. El mismo sol se simbolizó como hijo de esta cierva legendaria. La siguiente canción de Navidad cantada por los regös húngaros ilustra la imagen:
"Cierva de testa maravillosa, con cuernas de mil ramas y puntas, mil ramas y puntas y mil brillantes velas. Entre sus astas porta la luz del sol bendito, en su frente hay una estrella, en su pecho la luna."




EL CIERVO EN LA NATURALEZA


La familia / especie

Los cérvidos (Cervidae) son una familia de mamíferos rumiantes ampliamente distribuida, a excepción del territorio subsahariano, donde los antílopes se encuentran establecidos en los llaman «nichos ecológicos» que en otros lugares ocupan los ciervos.

El ciervo común o venado (Cervus elaphus) es una especie de cérvido ampliamente distribuida por el Hemisferio Norte. Se han documentado unas 27 subespecies distintas con un área de distribución que se extiende por el norte de África, Europa, América del Norte y Centroamérica, que se diferencian entre sí por el tamaño, longitud y color del pelo y forma de las cuernas. Los uapitíes norteamericanos, antaño clasificados como una especie independiente, se clasifican actualmente como subespecies de ciervo.



Características físicas y apariencia

El ciervo tiene un tamaño ordinario entre 160 a 250 cm de longitud y un peso que, en los machos, puede alcanzar los 200 kg. La especie presenta dimorfismo sexual, siendo los machos mayores que las hembras. Los individuos de sexo masculino presentan cuernas que renuevan cada año y, en algunas subespecies, pelo oscuro en cuello y hombros. En algunas ocasiones las hembras presentan también unos cuernos menores. El color del pelaje es normalmente pardo en todo el cuerpo salvo en el vientre y los glúteos, donde tiene un color más claro. Las crías de pocos meses tienen el pelaje rojizo, con manchas y rayas blancas que les ayudan a camuflarse.

Eventualmente pueden aparecer ejemplares blancos, se trata de una particularidad genética (leucismo) debida a un gen recesivo, que da un color blanco al pelaje, pero al contrario que en el caso de los animales albinos, los ojos mantienen su color normal y el individuo no presenta mayor sensiblidad a la radiación solar.

Hábitat

El ciervo habita zonas montañosas, y en bosques frondosos. En verano sube a los lugares más elevados de las cordilleras secundarias mientras que, en los meses invernales, abandona las montañas y desciende a los valles. Cuando las nuevas cuernas del macho están creciendo y aún son débiles, éste permanece en bosques de arbustos y matorral bajo, para no dañarlas contra las ramas o los troncos.




Alimentación

La dieta del ciervo consiste en hierbas, yemas y cortezas de árboles, frutos, musgos, hojas, bellotas, castañas y moras, llegando también a roer sus propias cuernas desprendidas para aprovechar el calcio y sales minerales que les reporta.

Predadores

El ciervo alimenta a numerosos depredadores: linces, lobos, osos, tigres y leopardos (en Siberia y Manchuria), así como pumas (en América). Los individuos muy jóvenes, además, son cazados también por zorros, gatos salvajes, coyotes y águilas. Al contrario de lo que se cree los machos rara vez usan sus cuernos para luchar contra los predadores, ya que éstos son poco efectivos contra los carnívoros, pero pueden emplear la coz. Usualmente, sin embargo, emprenderán la huída o, en el caso de los cachorros, el camuflaje.
A pesar del gran número de predadores, éstos no son suficientes para poner en peligro la especie. En zonas donde se han exterminado a gran número de carnívoros, los ciervos pueden llegar a ser una plaga y amenazar la población de ciertas plantas.


Comportamiento

Una población de ciervos se divide en grupos. Las hembras, los cervatos y los ciervos jóvenes forman un rebaño liderado siempre por una hembra. Los machos adultos forman pequeños grupos, de menos de cinco individuos, y los más viejos viven aislados.

Sólo se acercan a las hembras en la época de celo (a principios de otoño), momento en que comienzan a luchar con los otros machos por el control de un grupo de hembras. Las demostraciones de poder de los machos incluyen los berreos y luchas rituales. Los territorios preferidos son en los que las hembras deban beber o alimentarse.

La cornamenta del ciervo macho se desarrolla durante el verano, adquiriendo mayor tamaño, longitud y número de puntas a medida que avanza la edad del ejemplar. En otoño pierde la piel aterciopelada que las recubre, para lo cual se ayuda frotando las cuernas contra los troncos de árboles.

Durante toda la época de apareamiento, los machos no se alimentan y pasan todo el día luchando entre ellos o copulando con las hembras, de tal manera que pueden llegar a morir de hambre y agotamiento si anteriormente no han acumulado reservas suficientes para el invierno. Se ha documentado que los ejemplares mayores pueden cojear después de este período, convirtiéndose así en presa preferente de los carnívoros, como el lobo.

Tras la época de celo, los machos abandonan la manada, y entre febrero y marzo todos los individuos han perdido ya sus cornamentas. Las hembras preñadas durante el otoño paren una cría o dos 8 meses después, a comienzos del verano. Los cervatillos pueden levantarse y seguir a su madre al poco de nacer, pero ella suele esconderlos entre la vegetación del bosque y acudir regularmente para amamantarlos, cosa que hacen hasta los 3 meses.

A los 2 años las hembras ya son adultas, mientras que los machos alcanzan la madurez a los 3, pero tardarán unos años más en poder vencer la resistencia de los machos adultos y poder aparearse.



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FUENTES:
Jean Chevalier, Alain Gheerbrant: Diccionario de símbolos, Barcelona, Herder, 2003, pp. 285-289

Joan Ramón Resina: La búsqueda del Grial, Barcelona, Anthropos Editorial, 1988, pp. 351- 352

ILUSTRACIONES

Todas las imágenes del artículo fueron realizadas por el pintor holandés Rien Poortvliet ( 1932-1995), conocido ilustrador de El Libro de los Gnomos, escrito por Will Huygen en 1977.


3 comentarios:

Pérez Martín dijo...

he llegado hoy por arenga de Francis...

muchas gracias por estas huellas que dejas en el bosque.

muchos abrazos

Álvaro

Vaelia dijo...

Gracias a tí por la vista Álvaro, espero que te guste y quieras volver otro día :) Abrazos!

Vaelia dijo...

Para ampliar, sobre el culto al ciervo en los foros "Céltica Hispana": http://celticahispana.foroactivo.com/t29-el-culto-al-ciervo#39