Páginas

14 de septiembre de 2014

Cerremos, si es necesario, las puertas


Christopher Williams, Cerridwen, 1910
Más Vida

Es bueno saber permanecer cuando todo incita
a desistir.
Cerremos, si es necesario, las puertas
y convirtamos la casa en un reducto
donde cada cosa, poco a poco, retome
dimensiones comprensibles y amigas.

Nada nos limita salvo el rechazo
de este espacio. En la incertidumbre granan
voces y más voces y a lo lejos el mar propone
el impulso del viento y la luz de las rutas.

Siempre el poniente convoca fuegos y auroras.

Saber permanecer, he aquí la consigna,
y preservar cadaquién el pequeñísimo
terreno en que proclama, altivo, más vida.

L'àmbit de tots els àmbits (1980)
Hace algunos años cierta violinista comentó en una reunión: "Entre los nuestros no podemos cultivar amistades demasiado comprometidas, porque hay que competir siempre y a toda costa; Pero tampoco podemos enemistarnos con nadie, porque nunca sabemos cuándo lo vamos a necesitar". Estas frases se me quedaron grabadas porque describen muy bien una actitud que logra que me nazca una urgencia terrible por salir de un lugar, o logra disipar cualquier intención o curiosidad que pudiera tener de entrar en él. Es cierto que no soy una persona extrovertida, ni demasiado ducha en las transacciones sociales, sin embargo, los vínculos forjados con mis compañeros de búsqueda - así sea por haber recorrido juntos sólo un tramo del camino -, permanecen a pesar del tiempo y la distancia. Hay muchas personas realmente importantes para mi, por las que siento un respeto, admiración y estima que no habrían podido darse en una relación menos sincera o entregada. Estas relaciones son también pruebas del camino, y frutos de un trabajo  y un aprendizaje sobre nosotros mismos, y sobre los demás.
Desde mi infancia he recorrido caminos de cabras, asomándome a la carretera de vez en cuando y volviendo siempre, tarde o temprano a los senderos menos transitados. Pero el mío es un camino que amo, una búsqueda a la que también me he entregado. Me he entregado a mí, con todo lo que tenía en ese momento, y por cada pago he recibido muchas veces más de lo que hubiera sido sensato pedir. Soy consciente de lo mucho que siempre queda por aprender, para lo que una sola vida o un puñado de ellas no bastarían; sin embargo veo demasiado a menudo personas que se llaman a sí mismos "buscadores", que dan dos pasos y se acomodan a la vera del camino, y van montando su particular tingladillo hasta invadir la carretera, tapando con las telas de sus tiendas ese horizonte que otros siempre seguiremos como enamorados.
Son unos cuantos años y muchos tropiezos en el camino, reconozco las trampas de lejos. Sin embargo, me gusta decir a otros que no les falta capacidad, sino ganas de trabajar; que esa urgencia por tener los frutos en sus cestos antes de estar maduros es una manera pésima de presentarse en los caminos y, a menudo, algo poco honesto para uno mismo y para los demás. No sirvo para advertir a alguien que está comiendo un fruto demasiado verde como para que no le sea indigesto, o que esa artesanía que le ha costado un ojo de la cara es una chapuza, o ese ungüento es un timo... De hecho, creo que algunos buscan precisamente ese timo o esa chapuza para entretenere y no enfrentar cosas mayores; y que de no ser así tal vez una indigestión o una desilusión a tiempo es justo lo que otros necesitan para salvarse de un mal mayor... Pero al mismo tiempo creo que ésa no es la mejor manera de aprender y me doy cuenta de que necesito algo más, algo que va más allá de esto. Puedo pasar por la feria un par de días al año y "socializar", pero mi lugar debe estar en otro sitio. En un sitio donde no haya necesidad de finjir afectos por miedo a perder intereses, para empezar.

Hoy ha sido un día en el que, tras muchas dudas, se han cerrado puertas. Yo las he cerrado, para poder abrir otras, y de paso he aprendido una vieja lección. Por más que no tenga nombre, este Camino que piso y los que considero mis compañeros en él merecen sólo lo mejor que pueda dar. 


No hay comentarios: