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5 de marzo de 2014

Lejos puede ser aquí mismo




Lejos puede ser aquí mismo, en el silencio. No en el silencio entendido como la ausencia completa de sonido, sino el silencio respetuoso de las palabras que enmudecen para mezclarse con el sonido del viento entre las hojas, para perderse en la textura rugosa del tronco y seguir los senderos ascendentes de las ramas, para sonreír en el verde de las yemas que asoman tempranas para saludar al sol de Primavera.
El silencio es, a veces, tiempo necesario para sumergirse de nuevo en el mundo y descubrirlo todo de nuevo, y recuperar el asombro y el agradecimiento. El silencio es, en ocasiones, una soledad compartida, un abrazo de punta a punta de la distancia, que nos une en lo más íntimo bajo un mismo cielo estrellado; porque en el fondo, en la raíz, somos lo mismo y nos buscamos al crecer siguiendo los caminos del viento.

Hace un puñado de meses empecé a acercarme a los árboles, algo que posiblemente no hacía con seriedad desde niña, cuando estas cosas resultaban mucho más sencillas. Creo que todo empezó a hacerse evidente con un joven almendro, en una esquina por lo demás anodina, del Distrito Federal. La vuelta al Mediterráneo no fue precisamente un acontecimiento alegre, y durante algún tiempo lo único que sabía hacer para acallar la desesperación era caminar y observar en silencio la naturaleza y sus colosales dimensiones envolviéndome como una mortaja, de la que meses después emergiría una nueva persona, aunque siguiera siendo "yo". 
Los veía y me veían, a su manera, los árboles. A fuerza de pasar repetidamente por algunos caminos, terminamos por saludarnos. No les he puesto nombres, pero cada uno de ellos es diferente a otro, cada uno tiene una voz única y silenciosa. Sólo con su presencia, algunos han logrado transformar mi visión sobre algunas cosas. El Granado que asoma en los límites de un campo cercano, que es como una anciana de dedos nudosos y cabellera enredada ofreciendo su fruto aunque nadie lo tome, más que los pájaros y los gusanos, y espera a reverdecer por más que  la impaciencia de los almendros y las mimosas haya ya florecido. Estos almendros y estas mimosas que insisten en sacar sus flores al sol, por más que haga a penas un puñado de días que una poda irreflexiva convirtiera sus ramas en recortados muñones, y a pesar de las heridas florecen, tercos, porque no se puede detener el impulso de su savia al despertar...

Entre todos,  uno me acogió con cierta condescendencia  bajo su majestuosa sombra. Al principio  nada fuera de lo común, a penas un breve saludo al pasar; pero con el paso de las semanas y meses, un día te das cuenta de que aquello es un amigo del que dolerá despedirse. Debo ya mucho al Roble de la encrucijada, entre otras cosas la evidencia de que el ritmo que traía conmigo no servía en aquella esfera y el ver elevarse como una ola sobre mí el miedo a perder los hilos de las mil cosas que intento manejar día con día; los proyectos, los compromisos, las expectativas, etc. Lógicamente a su entender en realidad esas cosas no importan demasiado. No me queda más remedio que admitir que tiene razón... Que a menudo las palabras, las mismas ideas, son como hojas que se secan, y que el viento pone a nuestros pies para nutrir las esperanzas y proyectos de un nuevo reverdecer.
Pero a veces necesito también abrazar, aunque sea con los ojos, las dimensiones gigantescas de una presencia que me recuerda las raíces y las ramas de mi propio ser, aquello de donde vengo, aquello hacia lo que crezco, en un impulso desde lo más profundo... Aquello que constituye la evolución de la semilla que yo misma soy. Y necesito acogerme en la protección de una paciencia infinita como la suya, y permanecer lejos, aunque esté aquí mismo, y reencontrar el sentido de las cosas. A veces necesito de esta soledad, que es en realidad la compañía de las cosas sutiles; el cultivo de una serie de delicados vínculos que me unen al mundo, de caminos que recorro en silencio, de historias que en ocasiones resultan difíciles de traducir.


2 comentarios:

AL - El Amigo de los Animales dijo...

Impresionantemente profundo y lleno de una belleza indescriptible. Muchas gracias de corazón.

AL - El Amigo de los Animales dijo...

Impresionantemente profundo y lleno de una belleza indescriptible. Muchas gracias de corazón.