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28 de enero de 2014

Los cisnes de Sibelius


"A las once menos diez de esta mañana vi dieciséis cisnes, una de las más increíbles experiencias de mi vida. ¡Oh Dios, qué belleza!, volaron sobre mí dando vueltas por un largo tiempo y desaparecieron en la bruma solar como una cinta reluciente y plateada. (...)
Los cisnes están siempre en mis pensamientos y dan esplendor a mi vida. Es raro pensar que nada en el mundo, ni el arte, la literatura, o la música, me afecta como las grullas, los cisnes, y los gansos salvajes, sus cantos y su mismo ser. Este es el hilo que atraviesa mi vida.".
Jean Sibelius (diario), abril de 1915

A veces las respuestas llegan en momentos insospechados, y entonces no nos lleva más de un instante comprender que todo lo que estábamos sosteniendo en nuestras manos hasta hace a penas un segundo ha perdido su importancia, y queremos soltarlo e ir ligeros allí donde quiera que el viejo llamado nos lleve. Muchas veces esas experiencias nos acontecen después de un cierto periodo de agotamiento y desazón; sin esperarlo ya, algo enciende de nuevo nuestra alegría y el camino vuelve a tener un sentido y dirección claros para nosotros. Y con una nueva visión sobre el mundo del que formamos parte, decidimos cambiar de lugar algunas piezas sobre el tablero. Tiempo de cambios, que no llegan por azar.

En ocasiones la decepción y el hartazgo que puede provocar el trato con personas tóxicas puede llegar a desgastarnos hasta cubrir nuestra mirada con un sutil velo gris, como si no hubiera nada más allá de esos pequeños infiernos cotidianos encerrados sobre sí mismos, llenándose de neblumo. 
Pero un día, simplemente porque ya tocaba, sales del drama de turno y vuelves a tí por esos senderos del bosque que pocos conocen, o te encuentras con un grupo de gente que aún puede detenerse a contemplar la belleza del vuelo de las aves sobre el pantano en una tarde tranquila o disfrutar de una conversación, y te das cuenta de los motivos por los que estás allí y no en cualquier otro lugar, con otro tipo de personas, haciendo otras cosas.

Hace a penas un año que llegué a Barcelona, tras pasar casi cinco años al otro lado del Atlántico, tocaba entonces empezar de cero. En estos meses he llevado a cabo proyectos personales y grupales e incluso he colaborado en la creación de un programa de radio que a pesar de mi timidez, me encanta hacer. Pero lo cierto es que siempre necesitaré algo más para ser auténticamente feliz: La certeza de la libertad para tomar los caminos que tengan sentido para mí, y la capacidad de empezar prácticamente de cero una y mil veces, no sólo por necesidad, sino también (y sobretodo) por gusto.

Lo imprescindible es realmente poco. Y esa es la idea que tengo de pureza, de integridad, poder mantenerse en lo que realmente importa, y no dejarse confundir por ese humo tóxico que fácilmente hurta a las palabras su sentido, descarrila intenciones y hace que las acciones pierdan el alma que debería ennoblecerlas, convirtiéndolas en meros sucesos mecánicos.

El tema de los cisnes de la Quinta Sinfonía de Sibelius me parece una de las cosas más hermosas que he escuchado en la vida... Escuchándolo revivo la maravilla que se experimenta ante la Naturaleza salvaje cuando podemos contemplarla desde la más absoluta reverencia, recordándonos el poder de lo esencial e incluso despertándolo como un eco en nosotros. Otros muchos, con otros nombres, en otras épocas, en otros lugares, desde muy distintas tradiciones, han recorrido la misma senda que ahora recorremos nosotros. Un camino al que no se le hace ningún favor tratando de etiquetar... Ya nos reconocemos cuando nos miramos a los ojos, o en algún gesto sutil que, por supuesto, no requiere ser pactado de antemano.


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