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30 de agosto de 2012

Los caminos del sol

Camille Seaman, The Big Cloud, 2012

Hace unas semanas necesité redactar una breve presentación... es un ejercicio que me resulta siempre difícil, en el que por lo general - y aún sabiendo que eso no es del todo correcto- acabo citando algunas de las cosas que he hecho y recordando algunas personas que son importantes para mí. Algo después de terminar con el trámite me di cuenta de que en el resumen de mi trayectoria en el camino, no había citado ni una de esas sombras voraces que me han perseguido, a veces, por años.  

De poco serviría aparentar que no han sido nada importante, gran parte de mi aprendizaje lo debo a  esas sombras gigantescas que asomaban en cualquier rincón gritando sencillamente los nombres del vacío y la eternidad, mostrando después la miseria en la que puede caer la humanidad y, de vez en cuando, sencillamente sosteniendo un espejo ante mis ojos. No es que no sean importantes, las sombras del camino están en cada palabra que pronuncio y en cada acción que realizo, si no se ven demasiado, es tal vez porque están en el lugar que les corresponde. 

Una de las cosas que me enseñaron es que es más efectivo - y tal vez más sabio- aprender a caer y levantarse rápido, con cierta naturalidad y sin hacer demasiado escándalo, que creer que somos tan perfectos y tenemos tanta razón que nunca vamos a tropezar. Que es más fácil vivir sin miedo cuando no importa perder que cuando estamos preocupados por mantenernos triunfantes e invictos. Y que contamos con más energía a nuestra disposición cuando nos mostramos tal como somos, que si tenemos que invertir parte de ella en sostener una máscara. 

La imagen que a menudo se evoca de los caminos solares es la de un espacio desértico dominado por un orden único, rígido y homogeneizador. Un sol abrasador, cuya luz ciega, que deja seca la tierra y la vuelve estéril, y que puede hacer lo mismo con las mentes y los corazones de aquellos que están bajo su influencia. Ciertos individuos se sienten identificados y buscan a toda costa convertirse en el líder que se sitúa en la cima de la jerarquía; pero muchas otras personas, tan desesperadas que quieren ser salvadas, se aferran al papel de sirvientes, e incluso al de esclavos, si es preciso.

Pero los caminos del sol son más viejos, más profundos, más sabios y amorosos que todo esto. Es fácil entenderlo si consideramos que los defectos que señalamos en un sendero o vía de conocimiento son, con toda probabilidad, pruebas del mismo que aquellos que lo recorren aún no han superado.  Todos los caminos del sol enseñan que, como el trigo, llegado a su punto álgido, el rey debe caer. Debe convertirse en alimento, entregarse, abandonar la corona, envejecer, morir, cruzar al reino de las sombras, ser desmembrado, perderse, y volverse a encontrar; reagruparse entorno a un núcleo esencial, y regresar al mundo de los vivos bajo una forma nueva, joven e indefensa, desnudo de cualquier antiguo privilegio, salvo el del ser. Y en todo este recorrido la tierra lo ve crecer, lo nutre y recibe sus restos en la oscuridad profunda y húmeda de la que volverá a surgir. Lo cierto es que tal vez más de la mitad del camino solar transcurre, bajo la tierra o bajo nubes de tormenta, entre las sombras maestras que han de irlo despojando de sus defectos ciclo tras ciclo.

Es necesario honrar a las sombras maestras, al peso de la decepción que destroza nuestras ilusiones a menudo que nos acercamos al conocimiento, a las espinas que rasgan nuestra vieja piel, en la que ya no cabíamos y permanecíamos atrapados, a los golpes terribles que derrotan nuestras resistencias y nos liberan de los miedos. A las heridas que se convierten en umbrales que cruzamos hacia una existencia que sencillamente no nos habríamos atrevido a imaginar. 
Tengo la impresión que en la actualidad, aunque se hable más de ellas, se tiene más miedo que nunca a estas viejas maestras, a tal punto que existe una cierta irreverente y prácticamente enfermiza compulsión por tratar de domesticarlas, de empequeñecerlas, de fingirlas, incluso de comprarlas y aplacar mezquinamente las exigencias que la propia alma levanta ante la intuición aún lejana de la auténtica presencia de las sombras. 

Resulta mucho más sencillo, sin embargo, disfrutar de cada detalle, mientras esto sea posible, vivir sin miedos y pagar el tributo de las sombras en el momento en que llega, sin pensarlo más de la cuenta; confiando en que aún cuando un universo entero deba perderse, otro surgirá en su lugar.


16 de agosto de 2012

La elección de un camino

Brent Cotton, Crossroads, 2007


No hace mucho un amigo joven cargaba muy orgulloso un ejemplar de "Las 48 leyes del poder", de Robert Greene; me presentó el libro como si fuera un desafío y observó  con atención - cómo no - mi cara de sospecha al ojear la lista de sentencias faltas de ética en su mayoría. Creo que lo decepcioné un poco al decirle que posiblemente valga la pena leerlo, aunque sea para estar prevenido. Estar informado, reflexionar un poco y tomar una elección consciente, teniendo en cuenta las posibles consecuencias. No se trata simplemente de avanzar por una senda preestablecida, sino de construir con el tiempo que nos ha sido dado una vida que podamos decir que fue nuestra.

He conocido a gente que se mueve por el mundo de esa manera, y no los envidio en lo absoluto. Eventualmente adquieren cierto poder, limitado al número de personas que pueden manipular a través del miedo o de la seducción, pero al mismo tiempo la mezquindad los reduce a esclavos o sombras, viviendo por y para la máscara. Pero muchas de esas "leyes", que no dejan de ser trucos y trampas, funcionan. Llevan siglos funcionando, aunque afortunadamente, no sobre todo el mundo.

A menudo permanecemos en la superficie, y rara vez nos preguntamos qué hay detrás o debajo, qué mueve o qué proyecta la imagen que ha apresado nuestra atención. Es común que desconozcamos, por ejemplo, cuál es el precio real de lo que compramos o dónde va a parar en la basura que generamos en nuestras casas. Sospecho que en gran medida este es el motivo por el que se ha podido perpetuar más allá de la lógica la existencia del sistema de consumo en el que actualmente vivimos: proyecta una ilusión asociada al bienestar, y la creemos a pesar de que la lógica nos diga que es insostenible.   

Cada persona debe escoger el sendero que va a seguir, aunque no exista de antemano un nombre para éste. Estoy convencida de que en el fondo, siempre sabemos lo que queremos, aunque no siempre sea cómodo o fácil de aceptar. Lo malo es que si insistimos en ir por un camino distinto, que no coincide con lo que realmente queremos, nos condenamos. 
Cuando me encuentro delante de alguien que aún tiene que hacer tantas elecciones, siento que sería un crimen tratar de conducirlo hacia un lado u otro, acotar antes de tiempo las posibilidades que se extienden ante sus ojos y que tal vez yo no alcance a ver. Pero también me doy cuenta de que me hago mayor, y eso implica que veo matices que antes no percibía, y que para alguien más joven deben ser difíciles de distinguir. Así que me limito a señalar aquello que es posible que pase por alto.

Hace tiempo escribí Tradición, conocimiento y ética, sobre cómo el hecho de que las cosas sean tradicionales o funcionales no es garantía de que sean también éticas o aconsejables. Aunque hay muchos caminos - dentro y fuera de la magia- que proveen resultados comprobables, cada uno de ellos nos llevará a unos lugares determinados, y moldeará de uno u otro modo nuestras existencias. Antes de seguir por ahí debemos plantearnos muy seriamente si el recorrido nos traerá el tipo de experiencias que queremos para nuestra vida.

Señalo esto porque de vez en cuando nos encontramos, por un lado,  algunas personas que parecen impelidos a gritar a los cuatro vientos que han encontrado la "fórmula del éxito", generalmente acumulando cosas, trepando con uñas y dientes en alguna jerarquía, o controlando a un grupo de seguidores. Y por otro, personas que no acaban de tener claro lo que quieren, o cómo conseguirlo, y bajo el auspicio de los primeros, acumulan consejos, libros, intentos fallidos y frustración.

Existe en la cultura que nos rodea una falta crónica de autoreferencia; queremos tal o cual cosa que vemos que otros tienen o hacen, pero raramente pensamos en su coste oculto, en cómo se siente la persona que lo está experimentando, independientemente de la imagen que nos llegue, y mucho menos en cómo nos sentaría a nosotros - una prueba más de que nos situamos antes en el mundo de las ideas que en el de las realidades materiales-.
Es importante tomarnos el tiempo necesario para reflexionar acerca de nuestras necesidades, objetivos y deseos, así como las opciones que tenemos para llegar a satisfacerlos. Ideas del tipo "el fin justifica los medios" pueden llevarnos por un sendero que despreciamos hacia algo que, en realidad, ni siquiera queríamos realmente. Es el tipo de pensamiento que lleva a alguien a estudiar una profesión "con futuro", aunque no le guste, y a conseguir un empleo estable haciendo algo que llegará a odiar, para perjuicio de sus clientes.

La importancia del camino no radica en que podamos equivocarnos a la hora de elegirlo, porque "elegir un camino" es una excusa, un truco lingüístico para calmar la mente. Como escribió Antonio Machado, en realidad no hay ningún camino, el camino se hace al andar. El camino es el recorrido que trazamos durante el tiempo que vivimos, y lo que importa no son tanto las metas a las que nos lleva, sino el modo en que experimentamos cada paso.

Aunque puede sonar ingenuo, después de probar muchos métodos lo que me ha funcionado mejor ha sido detenerme en cualquier momento de mi cotidianidad, en el metro atestado de gente, de paseo por el parque, limpiando la casa o incluso después de un mal día, y preguntarme, a modo de confesión, qué tan feliz me siento en realidad, y si estoy usando mis recursos en cosas que tengan sentido para mí. 
Debo decir en mi favor que en los últimos años he mejorado mucho en la cuestión de tomar decisiones que me lleven allí donde quiero estar. Permaneciendo atenta a esta cuestión tan básica, puedo identificar cuando se produce un desajuste, y sé que tengo que encontrar la manera de que las cosas recuperen un tono adecuado a la gama que elijo experimentar.

En ocasiones me cuesta entender las decisiones que otros toman, pero no tengo nada que cuestionar si están haciendo con ellas lo que realmente quieren hacer. Me entristece un poco, eso sí, las personas que transitan los múltiples senderos de la amargura y la infelicidad para acumular cosas que ni necesitan ni disfrutan. Pero entiendo que, de alguna manera, también ellos hicieron su elección.


6 de agosto de 2012

El Lince

ACAJÚ, Cachorro de lince ibérico, 2012

Los linces son un género de mamíferos carnívoros de los felinos, entre los que se distinguen cuatro especies, todas habitantes del hemisferio norte: Lince rojo (Lynx rufus), lince de canadá (Lynx canadensis), lince euroasiático (Lynx lynx) y el lince ibérico (Lynx pardinus). El llamado lince africano (Caracal caracal), que habita en África y gran parte de Asia Central y Occidental, es un felino que guarda algunas semejanzas externas fruto de la convergencia evolutiva, como son su cola corta, sus orejas terminadas en largos pelos negros y los mechones de las mejillas, pero que no está emparentado con el género Lynx.

El lince rojo (Lynx rufus)

Len Blumin, Bobcat, 2004
El lince rojo está ampliamente distribuido por Noerteamérica; desde el sur de Canadá hasta el sur de México, y desde la costa atlántica hasta la pacífica. Se encuentra en una gran variedad de hábitats, desde bosques boreales hasta zonas semidesérticas, y prefiere refugiarse en zonas de vegetación densa, grutas y otras zonas cubiertas.
Puede alcanzar los 60 cm de altura y llegar a pesar 18 kg. La coloración del pelaje va del gris al marrón, con orejas negras en cuyos extremos se observa el característico “pincel” negro de los linces, además el lince rojo tiene unas franjas negras distintivas en las patas delanteras, y la punta de la cola negra.
Al igual que otros linces, el lince rojo es principalmente solitario y territorial. Los individuos de diferente sexo solapan sus respectivas áreas y se toleran entre sí, cosa que no ocurre con los de su mismo género. La época de apareamiento es entre febrero y marzo y el periodo de gestación es de aproximadamente dos meses. Los cachorros acompañan a la madre aproximadamente hasta los nueve meses de edad, momento en que se dispersan en busca de su propio territorio.
A pesar de preferir alimentarse de conejos y liebres, el lince rojo caza desde pequeños roedores o aves, hasta ciervos, y ocasionalmente puede comportarse como carroñero.

El lince canadiense (Lynx canadensis)

Erwin and Peggy Bauer, Lynx stalking its prey, 2010
El lince canadiense, habita la taiga de Canadá y Alaska, aunque también se encuentra en algunas zonas boscosas del norte de EEUU.  Es una de las especies más grandes de lince. Se caracteriza por su pelaje pardo claro y largo, normalmente no presenta manchas o las tienen en muy poca cantidad, principalmente en las patas. Como otros linces suele alimentarse de pequeños mamíferos o aves, especialmente de liebres, y sólo ocasionalmente ciervos y caribúes.  Las hembras paren de 1 a 5 cachorros en primavera. A pesar de que la especie no se considera en peligro de extinción, el lince canadiense ha desaparecido de algunos territorios debido a la destrucción de su hábitat o de la caza por su piel.

El lince boreal o euroasiático (Lynx lynx)

Andreas Tille, Lynx in Numedal Zoo, 2003
El área de distribución original de esta especie abarca gran parte de Europa (donde se ha reducido considerablemente debido a la acción humana) y Asia.  Se trata de una especie predominantemente forestal, aunque también puede vivir en praderas y pastos de montaña e incluso en la tundra siberiana.
Es el lince de mayor tamaño. El pelaje varía entre pardo rojizo y amarillento, tornándose grisáceo y mucho más largo en invierno. El patrón de manchas varía de unas regiones a otras, incluso dentro de una misma subespecie. Por lo general, las poblaciones situadas más al norte y en hábitats más despejados presentan una menor concentración de manchas, que aumenta en los individuos que viven en bosques más densos, en el sur de su área de distribución. En la cara se observan manchas, marcas y líneas, también negras, como la punta de la cola.

Como sucede con el lince rojo, los territorios de individuos de diferente sexo se solapan. Dentro del territorio de cada macho suele existir el territorio - más pequeño- de una hembra, con la que se aparea con mayor frecuencia. Cuando la hembra tiene crías, el macho, no participa en su cuidado y suele evitar las áreas más frecuentadas por ésta y sus cachorros, no obstante, sigue defendiendo los límites de su territorio, por lo que durante esta época la hembra queda a salvo de disputas por el territorio o la comida, centrándose en sacar adelante a la camada.
La época de apareamiento tiene lugar entre enero y marzo. Durante dos días dentro de este periodo, macho y hembra se reúnen y viven, cazan, comen y duermen juntos. Lo habitual es que las hembras lo hagan una sola vez al año. Los machos, por el contrario, buscan otras hembras, apareándose varias veces durante la época de cría.

El periodo de gestación es de aproximadamente dos meses, la hembra da a luz normalmente de 1 a 5 crías diminutas, aunque pueden darse partos mucho más numerosos. Al cumplir un año los jóvenes linces inician su vida en solitario. Las hembras permanecen en áreas cercanas a las de la madre, mientras que los machos viajan largas distancias para encontrar su propio territorio.
Al contrario que otros linces, el euroasiático basa su dieta en la captura de ungulados, generalmente jóvenes, como ciervos, muflones, rebecos, cabras salvajes o renos. Los individuos jóvenes y los que habitan en zonas más escasas en ungulados consumen con mayor frecuencia pequeños mamíferos, aves e incluso otros carnívoros de menor tamaño.

El lince ibérico (Lynx pardinus)

ACAJÚ, Lince ibérico cazando, 2012
El lince ibérico es una especie de lince endémica de la Península Ibérica, y el felino más amenazado del mundo.  Es un lince de pequeño tamaño, que pesa aproximadamente la mitad que el lince boreal o euroasiático. Los machos adultos pesan un promedio de 12,8 kg y las hembras sobre 9,3 kg, llegando a pesar los machos hasta 20 kg.  La coloración del pelaje varía de pardo a grisáceo con los flancos moteados de negro, la cola también termina en negro. son características las orejas puntiagudas terminadas en pelos negros rígidos, y las patillas que cuelgan de sus mejillas.

El lince ibérico se encuentra en el bosque y matorral mediterráneo, en zonas muy restringidas de la península ibérica, que le proporcionan refugio y pastos abiertos para cazar. En España en muy pocas áreas, bien conservadas y aisladas de la actividad humana, mientras que en Portugal parece que se ha extinguido.  El tamaño del territorio ocupa unos 10 km². En zonas ricas en alimento, el territorio del lince será algo menor que en zonas pobres. El lince está generalmente ausente en las tierras de cultivo y en plantaciones de árboles exóticos (eucalipto y ciertos pinos), donde también escasean los conejos.

En la mayoría de los casos, el lince ibérico vive de manera solitaria y nómada, mostrándose más sociable en la época de celo. Es un ágil cazador que se aproxima sigilosamente a la presa y salta sobre ella con rapidez. Menos frecuentemente espera oculto a que pase cerca una pieza. Los linces jóvenes son básicamente crepusculares y diurnos, con un aumento de su actividad nocturna después de su primer año de vida. Durante el invierno, los linces pueden tener actividad durante las 24 horas del día, contrastando con sus hábitos casi estrictamente nocturnos en verano.
El lince ibérico es el único carnívoro considerado como especialista en conejos. Esta especie le aporta del 80 al 90% de su alimentación. También consume aves, especialmente patos, pequeños mamíferos y ungulados.

ACAJÚ, Pareja de linces ibéricos, 2012
La época del celo comienza entre enero y febrero. A pesar de ser un animal de hábitos solitarios, en esta época del año el lince ibérico suele permanecer con su pareja. La gestación dura de  aproximadamente dos meses o dos meses y medio. Las camadas suelen constar de una a cuatro crías, siendo lo más habitual dos cachorros. Los cachorros se independizan en un período de 7 a 12 meses (más o menos cuando la hembra entra de nuevo en celo) y permanecen en su territorio natal hasta los 20 meses. Suelen sobrevivir a la independencia entre uno y dos linces por hembra.
Las hembras pueden criar en su primer invierno, pero es posible que una hembra no se reproduzca hasta transcurridos cinco años de edad, y solamente cuando su madre muera y adquiera un territorio se reproducirá (lo que no favorece la repoblación del lince).

El lince ibérico fue declarado especie en peligro en 1986 por el centro de seguimiento de la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Este estatus se mantuvo en las revisiones periódicas de este organismo hasta 2002 en que se cambió a una categoría de mayor amenaza En Peligro Crítico.
ACAJÚ, Madre lince con su camada, sf.
Las principales amenazas sobre la especie son los atropellos con vehículos de motor, la caza furtiva, la instalación de cepos y lazos dirigidos a otras especies, el envenenamiento y la reducción de las poblaciones de conejo debidas a la sobreexplotación del estrato herbáceo que conlleva la ganadería intensiva, además de otros problemas comunes a muchas especies que provocan la pérdida de hábitat, como los incendios forestales, la urbanización del medio natural y las reforestaciones inadecuadas con especies de crecimiento rápido -pino y eucalipto- que son incompatibles con el desarrollo del matorral. Otro factor que dificulta la viabilidad de esta especie es la fragmentación de su área de distribución por construcción de infraestructuras, lo que provoca que las poblaciones se separen hasta llegar a estar totalmente incomunicadas, lo que impide el intercambio genético entre poblaciones.

Ante la situación crítica del lince ibérico, desde hace años se desarrolla un programa de cría en cautividad, cuya finalidad es proporcionar un número suficiente de individuos para salvaguardar la especie dela extinción y ayudar a restaurarla en la naturaleza. Los objetivos del programa son establecer una población de lince ibérico viable desde el punto de vista sanitario, genético y demográfico, y, por otro lado, preparar a los ejemplares de lince ibérico para su reintroducción en áreas de distribución histórica. La reintroducción del lince ibérico en el área de distribución histórica es imprescindible para garantizar la recuperación de la especie a medio-largo plazo. Con la conservación del lince ibérico se está contribuyendo a conservar uno el ecosistema del monte mediterráneo, que da cobijo a otras especies en peligro de extinción.
En la página Lynxexsitu se puede seguir en detalle el desarrollo de este programa, que además ofrece un sistema de voluntariado para biólogos, veterinarios, licenciados en ciencias ambientales y otras titulaciones relacionadas con la conservación de especies. Otro proyecto importante para la conservación del lince ibérico es el Life-lince, que también presenta informes sobre su desarrollo y admite voluntariado.


EL LINCE EN LA MITOLOGÍA

A pesar de la amplia distribución con la que cuenta, el papel del lince en la mitología parece ser discreto. En la mitología Nativa Americana el lince se asocia al coyote en términos de dualidad. Lince y Coyote se vinculan respectivamente a la niebla y al viento, elementos opuestos en el folklore nativo. Esta dualidad básica, con muchas variaciones, se encuentra en las culturas nativas de Norte América, con paralelismos en Sur América.  Una versión, que aparece por ejemplo entre los Nez Perce muestra a Lince y Coyote como seres opuestos, antítesis el uno del otro. Sin embargo, otra versión los muestra idénticos. Claude Lévi-Strauss arguyó que los gemelos que representan conceptos opuestos es inerente en las mitologías del Nuevo Mundo, pero la dualidad simétrica es propia de las culturas del Viejo Mundo. Adicionalmente, la versión que se encuentra entre los Nez Perce es mucho más compleja, mientras que la versión que muestra a lince y coyote como equivalentes parece haber perdido el sentido original de la historia.

Según la mitología griega, los linces descendían de Linco. La diosa Deméter, en agradecimiento por la información que sobre el paradero de su hija le había dado había aportado,  entregó a Triptólemo el grano del trigo y lo instruyó en su cultivo. A su vez, Triptólemo confirió a Linco, rey escita, el privilegio de ser el primer hombre en conocer los secretos de la agricultura. Sin embargo, Linco se negó a transmitir a los demás hombres el conocimiento que le había sido legado e incluso trató de matar a Triptólemo, por lo que fue convertido en una bestia por la diosa Démeter y condenado a vivir en los bosques.

En la mitología griega otros personajes llevan el lince en sus nombres, si bien no se menciona directamente una metamorfosis o un vínculo con este animal. Un ejemplo es el episodio de las Danaides. A causa de una disputa con su hermano Egipto, Dánao se exilió junto con sus hijas y llegó a convertirse en rey de Argos. Egipto envió a sus cincuenta hijos para que se casaran con sus cincuenta primas, sellando así la paz entre hermanos. Sin embargo, Dánao encargó a sus hijas la misión de llevar una daga la noche de bodas y asesinar a sus esposos. Sin embargo, la mayor de las danaides, Hipermnestra no llegó a ejecutar a su esposo, Linceo, como muestra de gratitud por haberla respetado durante toda la noche. Linceo se refugió en una colina  e  Hipermnestra le hizo saber que era seguro regresar agitando una antorcha. Por ello, Hipermnestra fue sometida a juicio y condenada a muerte, pero resultó finalmente liberada por Afrodita, quien había sido conmovida por los enamorados. Más tarde Linceo vengaría la muerte de sus hermanos matando a Dánao. Linceo e Hipermnestra fundaron una dinastía de reyes argivos, comenzando con Abas. En algunas versiones del mito, las danaides fueron condenadas en el inframundo a acarrear agua eternamente en un cántaro con agujeros, pero Hipermnestra accedió directamente al Eliseo.  

Lince viene de la raíz indoeuropea *leuk - 'luz, brillo", como animal que ve en la noche, conserva un simbolismo luminoso, tal como el lobo en los países septentrionales. Algunos autores han señalado una posible relación simbólica entre el lince y el dios céltico Lug - cuyos nombres son homónimos en irlandés antiguo-, paralela a la que existe entre el lobo y Apolo. Aunque en esta asociación se considera a Lug como dios solar, o considerando principalmente el aspecto solar de esta divinidad. Los mismos autores señalan que las cuerdas de arpa se fabricaban con tripas de lince, y que  el sonido de estos instrumentos se consideraba sagrados. 
Es necesario señalar al respecto que durante muchos años el nombre *Lugus se consideró derivado de la raíz proto-indoeuropea *leuk-, "luz", y por ello se consideró un dios solar. Sin embargo esta etimología fue descartada debido a que no se conoce ningún caso en que la *k proto-indoeuropea  derive en *g-  en proto-céltico, sino que permanece como *k. La derivación directa de la raíz proto-indoeuropea *leuk- (‘luz blanca’) es *leuk- como en el nombre del dios Leucetios.

Una creencia medieval atribuía a la mirada del lince el poder de horadar muros y murallas; en algunos grabados renacentistas en que se representan los cinco sentidos, el lince figura la vista. Se creía también que el lince era capaz de percibir sobre las imágenes el reflejo de aquello que le estaba oculto. 
En 1603, Federico Cesi funda la Accademia dei Lincei ("Academia de Linces"). Fue una de las sociedades científicas más antiguas, y  su emblema fue un lince peleando con Cerbero, el guardián del inframundo, invocando la reputación del lince de ver a través de los engaños y descubrir la verdad. Los fundadores de la academia se inspiraron en la obra Magia Naturalis de Giambattista della Porta, que tenía una ilustración del legendario felino en la cubierta con las palabras «...con ojos de lince, examinando aquellas cosas que se manifiestan por sí mismas, de manera que habiéndolas observado, pueda fervorosamente usarlas».  
Federico Cesi dijo"... la perspicacia del lince proviene de dos virtudes complementarias - agudeza de vision y profundidad de entendimiento, el exterior y el interior, el ojo y la mente", "así como el lince, con su visión superior, no sólo ve lo que yace afuera sino que también percibe lo que proviene del interior". Cesi y sus allegados estaban interesados en todas las ciencias naturales, en su seno se escribieron obras como Il Saggiatore de Galileo Galilei, o el Tesoro Messicano que describía la fauna y la flora del Nuevo Mundo.  


Fuentes consultadas:

http://en.wikipedia.org/wiki/Lleu_Llaw_Gyffes
Jean Chevalier, Alain Gheerbrant: Diccionario de símbolos, Barcelona, Herder, 2003, pp.648-649, 652-653.

Imágenes
Las imágenes de los linces, canadiense y europeo se pueden encontrar en Wikimedia Commons.
Las imágenes de linces ibéricos han sido publicadas por la productora ACAJÚ. La mayoría de estas imágenes son fotogramas de una serie de documentales en alta definición sobre el lince ibérico que están preparando y que forma parte del proyecto de conservación del Lince ibérico.


1 de agosto de 2012

Madura el trigo...


Milo Anders, Cosecha, sf
                             






Madura el trigo
pero las uvas están verdes.
No se hace pan si no se muele el trigo
y tú no serás tú si no te pierdes. (...)
                                 Armando Uribe Arce