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29 de febrero de 2012

Febrero


Al salir del trabajo, el aire olía a lluvia de verano. La tarde estaba envuelta en aquella luz del regreso a casa desde la escuela. El azul gris del cielo avivaba los colores de las buganvilias y de las ramas de los pirules a un lado de la carretera. Aspiré el aire como si quisiera consumir esa atmósfera, llevarla dentro, recordando a mi abuelo llevándome de la mano por las calles de otra ciudad, enseñádome a mirar a través de las palabras. 

Por unos minutos caminé por las mismas aceras que recorro cada día desde hace un par de años, como si fuera la primera vez que las veía, como si mi comprensión visual de este espacio estuviera aún por determinar; pero también como si andara con los ojos abiertos por un sueño extraordinariamente vívido. Luego, el momento pasó y las cosas convinieron volver a la normalidad sin hacer ruido, y disimular como si nada hubiera sucedido.

Es febrero, y algo se desata en el aire del mismo modo que el agua del deshielo se precipita montaña abajo. Algo invisible camina a nuestro lado, roza nuestra piel o nuestro pelo, susurra una imagen en nuestros oídos y se va tan ligero como llegó, casi imperceptible para el caminante. 
Algo que no existe dentro de los coches.


Arthur Rackham, Exquisite Fairy Dancing, 1906

28 de febrero de 2012

La savia de los almendros





De camino al trabajo hay un joven almendro que desde hace unas semanas desafía al invierno mostrando sus hojas como escudos, sus yemas como lanzas y sus pétalos blancos como colmillos. Es posible incluso que esperara, gracias a una memoria atávica, la granizada que cayó el otro día e hizo que muchos vecinos se asomaran sorprendidos a ventanas y balcones. Es febrero y una parte de mí se complace de que las flores y el granizo sigan librando la antigua batalla.

Cuando éramos niños, en la escuela nos enseñaron que la primavera era la época más alegre del año, en la que las flores brotaban por doquier y los animales correteaban por el campo. Nos lo enseñaron así porque no recordaban lo que la primavera era. Pero al crecer supimos -al menos algunos-, que la primavera era sobrevivir al invierno, y que muchos no llegarían a conocer el verano. Que no era precisamente el tiempo del sol, sino un tiempo en el que se clamaba por su regreso bajo la amenaza de un cielo plomizo o el azote de un viento helado.

En consecuencia nos compadecíamos de la locura de los almendros, cuyas delicadas flores parecen abrirse antes de tiempo... Sin pensar que tal vez pudieran están ahí precisamente para enfrentar el invierno que debe  empezar a retirarse.

Los almendros son heraldos del regreso de Perséfone. La diosa asciende con el secreto de la semilla y la renovación desde las profundidades del Inframundo, y lo hace por el suave camino de los blancos pétalos que el granizo desbarató.  Los almendros no tienen miedo del frío, de la oscuridad o de la muerte, y a pesar de los fuertes vientos, la lluvia, el granizo o la nevada permanecen erguidos -sostenidos por unas raíces cada vez más profundas y alentados por ramas oscuras que se alargan buscando la luz-, y ofrecen sus flores con singular generosidad, sin preocuparles demasiado si habrán de convertirse en fruto o caer en tierra, porque florecen en abundancia.
 
Esto es así en todas las Primaveras: a pesar de la desigualdad de condiciones esas flores ligeras y blancas desafían la amenaza color de roca que se cierne sobre ellas. Lo hacen incluso sin saber que aún quedando deshechas por el suelo, son la prueba de que, tras un largo invierno, la savia de los almendros vuelve a circular.

18 de febrero de 2012

La Nutria



C.C.G. Edwards, The Fisherman - otter, sf.


LA NUTRIA MÍTICA

El naturalista y escritor Ernest Thompson Seton habló de: "... la alegre, vivaz y valiente nutria, suave y amorosa a su propia especie, y cariñosa con su vecino de la corriente; llena de juegos y alegría en su vida, llena de valor en su esfuerzo, ideal en su casa, firme en la muerte; la más noble pequeña alma que nunca caminó a cuatro patas por el bosque". En muchas tradiciones, la nutria es a menudo caracterizada como un ser amable y servicial, y recibe el nombre de "perro de agua”, en parte en alusión a estas cualidades.

El simbolismo de la nutria (irlandés doburchu, galés dyfrgi, bretón dourgy, literalmente “perro de agua”) complementa el del perro. Por ejemplo, el héroe Cúchulainn comienza la serie de sus hazañas matando a un perro y las termina, algunos instantes antes de morir, matando una nutria con una piedra de honda. En la antigua Persia, la nutria también fue conocida como "perro de agua", y fue estimada al punto que se imponía un severo castigo a quien osara matar a un ejemplar. La nutria gigante de la Amazonía también recibió el nombre de “perro de río” o “lobo de río” por parte de los primeros europeos que llegaron a la zona. 

En la historia irlandesa de El Viaje de Mael Dúin, las nutrias en la isla de Otter llevan salmón a los marineros para comer, y en El Viaje de Brandán se cuenta cómo una nutria recogía leña para un ermitaño. San Cuthbert es el santo patrón de las nutrias, y según la hagiografía, tras permanecer  sumergido hasta la cintura en el Mar del Norte durante su vigilias de oración, todas las noches dos nutrias acudían a secar los pies del santo con su piel y a calentarlos con su aliento. 

En la tradición escocesa encontramos la leyenda de los "reyes nutria", acompañados en ocasiones por una guardia de siete nutrias negras. Según la tradición cuando estas criaturas eran capturadas concedían cualquier deseo a cambio de su libertad. Sus pieles eran muy apreciadas también por su capacidad para volver invencible a un guerrero, y como protección contra el ahogamiento. Sin embargo los reyes nutria eran difíciles de matar, dado que su único punto vulnerable era una pequeña área situada bajo su barbilla. 

Algunas especies de nutria crean túneles para pasar de la tierra al agua y viceversa, sin ser vistas, y también son capaces de sumergirse para buscar alimento en el lecho de los ríos y lagos. La nutria vive entre el mundo terrestre y el acuático, y aparece y desaparece en la superficie de las aguas; estos hechos que ha propiciado que en diversas tradiciones se confiriera a este animal un simbolismo lunar y un remarcable valor iniciático. 

En América del norte, entre los ojibwa, el chamán conserva sus conchas mágicas en una bolsa de piel de nutria. Se dice que el mensajero del Gran Espíritu, al ver la miseria de la humanidad enferma y debilitada, rebeló los secretos más sublimes a la nutria y la hizo inmortal para que pudiera iniciar y al consagrar a los hombres. Todos los miembros de la sociedad mide tienen un saco de medicinas de piel de nutria. Estos sacos, apuntados como armas, dan muerte al aspirante en la ceremonia de iniciación; a continuación se ponen sobre su cuerpo, hasta que vuelve a la vida. Después una serie de cantos y  banquetes, el novel iniciado recibe su propio saco de nutria de manos de los sacerdotes. 
En el África negra, particularmente entre los bantú del Camerún del sur y del Gabón, las mujeres que participan en la danza de iniciación ozila,  llevan un cinturón de piel de nutria.  

En la mitología nórdica, Loki mató al Otr enano mientras éste se encontraba en forma de una nutria. Los enanos estaban furiosos, y exigieron como compensación que los dioses les dieran la piel de nutria llena de oro. También la diosa Cerridwen se transformó en nutria para seguir la persecución de Gwion cuando éste tomó la forma de salmón.  

La nutria es un espíritu iniciador que mata y resucita. En Europa el papel de psicopompo acordado a la nutria está atestiguado en un canto mortuorio rumano: 


La nutria conoce
El orden de los ríos 
Y el sentido de los vados 
Te hará pasar 
Sin que te ahogues 
Y te llevará
Hasta las frías fuentes 
Para refrescarte 
De los escalofríos de la muerte. 

La nutria es un animal valorado por su belleza y habilidades, que incluyen el uso de herramientas, son conocidas como criaturas juguetonas y afables. Nos recuerda la alegría y la capacidad de juego, incluso en los momentos más difíciles, porque más que destellos puntuales, éstos también son una manera de vivir. Aunque las nutrias son buenas cazadoras, lo cierto es que no pueden enfrentar a los predadores con agresividad o fuerza. Sin embargo,  tienen otras soluciones para este problemas, como moverse cómodamente en el agua - elemento en cambio permanente-, donde sus enemigos son más torpes, cambiar las guaridas de lugar, o excavar túneles subterráneos para pasar de la tierra al agua sin ser vistas.


LA NUTRIA EN LA NATURALEZA

Existen varias especies de nutrias con una distribución prácticamente mundial, pero por cuestiones de espacio sólo se hablará aquí de cinco, sencillamente para subrayar tanto las similitudes como las diferencias que existen entre ellas.

Franco Atirador, Nutria en invierno, sf


Nutria europea 
(Lutra lutra)

Se considera la especie más extendida, encontrándose en todo el continente Euroasiático y norte de África. El pelaje de la nutria europea es pardo con una mancha blanca en la garganta que diferencia a cada individuo. Este tipo de nutria habita ríos, arroyos y lagos, siempre que el agua esté limpia. Controla un territorio de hasta 40 kilómetros, si bien la mayoría se reduce a unos 16 kilómetros.
Las nutrias son cazadoras nocturnas y pueden pasar hasta 6 horas en busca de alimento. La presa más común de la nutria europea son los peces, si bien pueden alimentarse de crustáceos, ranas, aves e incluso pequeños castores. Las nutrias pueden hacer pequeños túneles subterráneos para pasar de la tierra al agua, y es habitual que cambien con frecuencia la ubicación de sus guaridas.
No hay una temporada de apareamiento definida para este tipo de nutria. Los machos alcanzan la madurez sexual a los 2 años de edad, mientras que las hembras lo hacen a los 4 años. El apareamiento se produce siempre en el agua. Las crías nacen alrededor de 60 días después. Las camadas de nutria europea suelen tener de una a cuatro crías, que se alimentan de leche materna durante el primer año de vida. Debido a que su pelo no se ha desarrollado adecuadamente para evitar que el agua penetre en su piel, las crías no nadan hasta los dos meses.
En la década de 1950 la nutria europea se encontraba en peligro de extinción. Gracias a los esfuerzos de conservación para detener la caza ilegal y la reducción del uso de pesticidas ha podido aumentar el número de individuos, aunque siguen amenazados, al ser víctimas de la caza furtiva debido a su piel.


Sage Ross, Nutria de río norteamericana, 2009
Nutria de río norteamericana 
(Lontra canadensis)

La nutria de río norteamericana se extiende por Canadá y los Estados Unidos. Es una especie con gran capacidad de adaptación que habita zonas de agua dulce, tanto frías como cálidas. La nutria de río norteamericana es un animal largo, de pelo denso color negro o pardo y, en ocasiones, incluso dorado. Este sólo se reúne con otras nutrias durante el periodo de apareamiento, o cuando la madre está cuidando a las crías. Sin embargo, las hembras juegan mucho con los jóvenes, a los que enseñan una variedad de habilidades que posteriormente les servirán para sobrevivir.
Esta especie de nutria se alimenta de peces, cangrejos, tortugas, pájaros, e incluso los huevos que se encuentran enterrados. En general, prefiere la noche para cazar, pero pueden hacerlo de día. El territorio de la nutria de río norteamericana es muy amplio, y cuenta con túneles bajo el agua para acceder a su guarida. A menudo se superponen los territorios de varias nutrias, pero los machos sólo se muestran agresivos con otros cuando buscan hembras para aparearse.
 La nutria de río alcanza la madurez sexual entre los 2 y 3 años. Durante el periodo de apareamiento, que puede ocurrir dos veces al año, en invierno y a principios de primavera, un macho puede aparearse hasta con una docena de hembras. En general, las crías nacerán aproximadamente a los dos meses. Esta especie de nutria no cuenta con demasiados depredadores naturales; coyotes, cocodrilos y gatos monteses. Sin embargo, la nutria es muy sensible a la contaminación de las aguas, por lo que se necesitan espacios limpios para reubicar a los individuos cuyas áreas han sido afectadas por la contaminación. Los esfuerzos para la conservación de la nutria de río norteamericana se han centrado en reintroducir la especia en su hábitat natural en Nuevo México. 


www.Araguaia.org, Nutria gigante "Anjo", 2010
Nutria gigante
(Pteronura brasiliensis

La nutria gigante habita en algunas zonas de América del Sur,  principalmente sobre el lecho del río Amazonas y en el Gran Pantanal. En las últimas décadas su rango de distribución se ha reducido considerablemente y su ubicación se ha tornado discontinua.
Se le denomina también lobo del río y perro de agua. Llega a medir unos 2 metros y pesar entre 35 y 40 kg.  Al contrario otras especies de nutria, la nutria gigante es muy sociable. Vive en grupos de hasta 20 miembros, organizados en una compleja jerarquía en la que las hembras con crías tienen prioridad sobre el resto. Tanto machos como hembras son muy protectores de su manada. La nutria gigante se encuentra más activa durante el día, retirándose a su guarida al ponerse el sol. Se alimenta principalmente de peces, que caza en grupo.
Se sabe poco acerca de la reproducción de este tipo de nutria, posiblemente el apareamiento puede tener lugar a lo largo de todo el año. Las crías nacen unos 70 días después de la concepción. Las investigaciones demuestran que el estrés puede hacer que las madres no generen suficiente cantidad de leche, o abandonen a sus cachorros. La Nutria gigante es una especie vulnerable, hay menos de 5.000 individuos estado salvaje y aproximadamente 60 en cautiverio. Se investiga la posibilidad de introducción a nuevos entornos como un medio para aumentar su número. Además de la reducción de su hábitat natural, la caza furtiva y las redes de pesca comercial son las principales causas de muerte de la nutria gigante. 


Ruby, Nutria sin garras africana, 2008
Nutria sin garras africana
(Aonyx capensis

La nutria sin garras es la segunda especie más grande de nutria. Sólo se encuentra en agua dulce. Cerca de las zonas forestales en áreas de África, tanto calurosas como frías, pero con preferencia en las zonas rodeadas de follaje.
 Esta especie tiene la piel gruesa y pelaje suave, de color castaño, con unas manchas blancas en la cara que se extienden hacia la garganta y el pecho. Las patas palmeadas parcialmente poseen cinco dedos, no tienen garras en las delanteras y solamente poseen uñas en tres dígitos de las patas traseras. También es característica su cabeza grande y redonda. Usan la cola para la impulsarse a través del agua y mantener el equilibrio al caminar o sentarse en posición erguida.
 La nutria africana pasa la mayor parte del tiempo en el agua, debido a que sus movimientos en tierra son más lentos y torpes, y se ve amenazada por depredadores como las grandes pitones y las águilas. Tiende a vivir sola o en grupos pequeños de aproximadamente 5 individuos, separados por sexos. Su manada tiene un territorio determinado, pero cada individuo tiene su propio espacio dentro de éste. Les encanta jugar y emplean troncos y otros objetos en su entorno para divertirse.
 Este tipo de nutria es más activa en la noche, cuando sale a cazar ranas, peces y cangrejos. Buscan incluso debajo de troncos y rocas para buscar a sus presas, y emplean sus bigotes, muy sensibles a las vibraciones de su alrededor. La nutria africana alcanza la madurez sexual entre los 2 y los 5 años.
Los machos y las hembras viven separados hasta el apareamiento, que se produce en la época de lluvias. El tiempo de gestación es de unos tres meses, naciendo una cría en cada ocasión. Los cachorros son amamantadas durante cuatro meses, en los que además se las enseña a nadar y pescar. Al año se consideran adultos, y los machos se separan de sus madres para entrar al grupo de machos. Esta especie de nutria se encuentra en peligro de extinción debido a la destrucción de su hábitat, a la caza furtiva y al uso de redes de pesca inadecuadas en las que quedan atrapadas. 


Mike Baird, Nutria con cachorro, 2007
Nutria Marina
(Enhydra lutris)

La nutria marina habita en el norte del Oceano Pacífico, desde el norte de Japón hasta Baja California, en México. Aunque posiblemente pudiera salir a tierra firme, es la única especie que permanece exclusivamente en el agua. Sin embargo, se mantiene cerca de la orilla con el fin de encontrar comida más fácilmente.
La nutria de mar tiene un rostro pequeño y redondo. Llega a pesar entre 14 y 45 kg. A diferencia de los otros mamíferos marinos, tiene como principal forma de aislamiento una capa de pelaje excepcionalmente gruesa. La nutria marina también juega, es muy activa durante el día, y duerme de noche. También puede dormir en las horas de mayor calor, para dedicarse a la caza en la tarde.
La dieta de la nutria marina se compone principalmente de moluscos y crustáceos, en ocasiones también de pequeños peces. Una de las características más conocidas de estas nutrias es su capacidad de utilizar rocas y pedazos de madera para abrir las conchas de los alimentos que quieren consumir.
 El periodo de apareamiento tiene lugar en la primavera. Los machos pueden llegar a ser muy agresivos y territoriales durante el mismo. Las hembras alimentan a los cachorros hasta los 8-12 meses de edad, este plazo dependerá de lo que tarden las crías en desarrollar la piel que les permitirá bucear con facilidad y conseguir alimento por sí mismos. Las hembras de nutria marina son muy maternales, dedican mucho tiempo a educar a los jóvenes e incluso pueden criar a cachorros que han quedado huérfanos.
 La nutria de mar se extinguió casi por completo en 1911, cuando quedaban menos de 2.000 individuos. Gracias a los esfuerzos exitosos de conservación, las cifras han ido aumentando, pero sigue siendo catalogada como una especie en peligro de extinción, principalmente amenazada por los malos usos de los pescadores. 


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FUENTES: 

Jean Chevalier, Alain Gheerbrant: Diccionario de símbolos, Barcelona, Herder, 2003, pp.764-765
Martin Banham, "A history of theatre in Africa", Performing Arts, Cambridge University Press, May 13, 2004, p.110 

8 de febrero de 2012

De renacimientos y purificaciones

Jeanie Tomanek, Starquilt, s.f.


El elemento central de la celebración de principios de Febrero, que recibe entre otros los nombres de Imbolg o Imbolg, es para algunos el inicio del fin de una larga noche, el momento de luz que empieza a deshilachar el denso manto de la oscuridad. Para otros, es el germinar de la semilla, el último - y en ocasiones fallido- paso desde el Reino de los Muertos, a la Vida; del mundo de las posibilidades infinitas a la realización que se encarna en la materia. El regreso de nuestro propio ser desde el Inframundo, y lo que de sus profundidades podemos traer con nosotros.

El calendario popular está lleno de fechas consagradas a la purificación de todo cuanto vuelve a despertar tras el sueño del invierno, y las celebraciones se llenan de ruido y movimiento para espantar a los últimos fantasmas y sombras merodeadoras, anunciando la llegada del reinado del día. Es más una esperanza que un hecho, porque la batalla entre el hielo y los signos precursores de la primavera puede prolongarse varias semanas con avances y retrocesos por parte de ambos. Es un tiempo inseguro, en el que todo, incluso aquello que quisiéramos dar por sentado, debe ser confirmado. Sin embargo, no es un tiempo de permanecer quieto, sino que nos impulsa adelante, a dar un paso detrás de otro aún cuando el camino aún parezca oscuro, y sólo se puedan intuir el perfil de los obstáculos con los que nos encontraremos.

Jeanie Tomanek, A bit more faith, s.f.
Tal vez por estas razones es un buen momento para  iniciaciones de todo tipo, pero especialmente para las dedicaciones, momentos en los que decidimos de un modo consciente tomar un camino hasta allí donde pueda llevarnos, a pesar de aquello que pueda salirnos al paso. Es a partir de este punto cuando se empieza a ejercitar la voluntad, avanzando aún a tientas en la oscuridad del principio, alejándonos sin prisas y sin añoranza del sueño del abrazo maternal.   

Sólo mucho mucho más adelante en la ruta, en otra alba prodigiosa que es un silencioso despertar a la conciencia, entenderemos que aquello de lo que un día tal vez  pretendimos alejarnos ha viajado a nuestro lado, ha crecido en nuestra sangre y nuestros huesos, y ha aparecido en el último momento en nuestro rescate, cuando toda esperanza se había desvanecido. No dará un nuevo reflejo, y entenderemos un poco mejor aquello que somos, de lo que estamos hechos, lo que se ha transmitido en nuestras palabras y miradas, y en cada gesto de amor.

Jeanie Tomanek, Chapel, s.f.
El Sendero está lleno de retornos y de principios. Es posible que en estas fechas encontremos la ocasión propicia celebrar estos pequeños renacimientos: hacer limpieza interna, hacer un pacto con nosotros mismos, y renovar nuestros votos y nuestras fuerzas para el tramo del recorrido que nos aguarda. En muchas culturas, dentro y fuera del paganismo, el agua goza de virtudes purificadoras; personalmente, considero que es el elemento idóneo para este tipo de prácticas (por ser mucho más suave que la purificación por fuego, y un renacimiento menos tortuoso que aquél al que nos lleva la podedumbre ).

En la tradición que sigo el cuerpo y el alma, expresados tal como son, el ser íntegro, representan la máxima expresión de la pureza. El agua en la que nos sumergimos, real o simbólica, tiene la propiedad de arrastrar al menos una parte de aquello nocivo o simplemente innecesario que llevamos pegado, incluso sin darnos cuenta, a nuestras espaldas: preocupaciones, conductas erróneas, malos hábitos, etc. Es posible que ya nos hayamos acostumbrado a ellas, pero es inevitable sentir alivio cuando nos deshacemos de ellas. ( Por esto es necesario acostumbrarse a realizar determinadas rutinas prácticas aún cuando no nos parezcan demasiado necesarias, para evitar haciendo parches y acatando dudosas soluciones de última hora ) .

Este agua también tiene la propiedad de limpiar y sanar heridas, renovar las fuerzas y recuperar la juventud, sino del cuerpo, sí del alma. Se trata también del regreso a esa inocencia sabia que es negarse a que las heridas de las que aprendemos tanto se infecten convirtiéndose en un problema mayor que aquello que las generó: Sea lo que sea lo que pasó, depende de nosotros la parte que nos permitimos retener de la experiencia. En este sentido es importante saber acudir a esta fuente - que no nos proporciona olvido, sino conciencia- a lavar las propias heridas. En el agua se pueden dejar ir muchos otros problemas, dolores profundos que ni siquiera queremos codificar en palabras, pero que necesitamos sacar de nosotros, que necesitamos dejar ir.
Jeanie Tomanek, Family ties, s.f.

La purificación implica un cierto retorno a la inocencia, pero aquí inocencia no es sinónimo de ingenuidad. Nunca regresaremos a la infancia, sin embargo, es posible que podamos conservar, en la edad adulta, parte de lo que consideramos sus tesoros, como ese deseo de aprender y experimentar más feroz que el mismo miedo o la capacidad de levantarnos de inmediato cada vez que nos caemos. 
Más allá de esto, tal como comentaba más arriba, cuando hemos recorrido un tramo lo suficientemente largo del camino, emergen de nosotros mismos, en el momento preciso, elementos olvidados que nos recuerdan a la par a nuestra propia infancia y al lugar donde venimos. Vuelven a la luz de una nueva comprensión aquellas pequeñas o grandes cosas que nos enseñaron los nuestros y que tal vez del mismo modo, casi sin darnos cuenta, nosotros enseñemos a aquellos que nos lleguen a conocer lo suficiente.



Jeanie Tomanek, The bees apprentice, s.f.


Es la infancia la que regresa, transformada, a nosotros, cuando el reflejo de las aguas nos devuelve la imagen de ese cachorro humano que ha sobrevivido en nuestro propio cuerpo. Podemos ver como en él están los abuelos y las abuelas, el padre y la madre, y los hermanos, tíos y primos, los viejos amigos con los que crecimos, compañeros y compañeras de aventuras, aún cuando la guadaña se los haya llevado por siempre hace años, o simplemente los separe la distancia de un océano. Están con ellos también las calles y los bosques, las fiestas del pueblo, las Navidades y los veranos, la ropa y los libros y la música y las recetas de otro tiempo que de alguna manera sigue siendo el nuestro porque todo, todo eso vive en nosotros y, de una manera u otra, también es parte de lo que dejaremos en este mundo.

Incluso desde edades tempranas, un delicado y único entramado de elementos diversos e, incluso, dispares, que no obstante pueden aprender  a convivir. Cuando estamos en paz con este hecho, nunca seremos tan simples como aquellos que viven manipulando a otros quisieran. No pueden borrar tan fácilmente la información que hemos ido acumulando por el simple hecho de estar vivos,  no pueden saberlo todo de nosotros porque no saben las historias que llevamos por dentro, ni las muchas alternativas que conocemos a la "verdad única" que pretenden vendernos, ni entienden que, a pesar de que nos encierren entre una espada y una pared encontraremos el hueco por el que escaparnos y conservar nuestra capacidad de elección.

Cuando estamos limpios, cuando permanecemos serenos, centrados en nosotros mismos, conscientes de aquello que somos, teniendo claras nuestras necesidades y el modo en como son satisfechas, todas estas conexiones tan profundas con el mundo que nos envuelve se hacen más evidentes. En momentos así cuando podemos entender más y mejor las cosas que necesitamos conocer para desarrollarnos en el arte de vivir, o de la brujería - que para el caso y la que escribe vienen a ser lo mismo -.

Jeanie Tomanek, Among us, s.f.